Días atrás, en un programa de televisión, mencionaron
al pasar la Great Ocean
Road de Australia. Recordé que hacía un tiempo había leído sobre este lugar
así que decidí rescatar algunas publicaciones para refrescar el tema. Y de
paso, compartir algunos datos en esta nueva entrada del blog.
Naturaleza, vinos y comida de mar
La Great Ocean Road es una ruta costera que recorre el sur de
Australia, más precisamente el Estado de Victoria. Un buen punto de partida puede
ser el Promontorio Wilsons y el parque nacional del mismo nombre ubicados en el
extremo sur de la Australia
continental. El lugar guarda hermosas playas, espectaculares dunas, un mar apto
para surfers y una fauna y flora únicas.
El camino continúa hacia el oeste y pasa por la Península de Mornington.
Es un paisaje de valles y cerros donde abundan viñedos y olivares. Pasamos
Melbourne y en el tramo entre Aireys Inlet y Lorne podemos encontrar una gran
cantidad de bares y restaurantes que ofrecen los frutos que ofrece el mar.
Naturaleza en todo su esplendor
Vamos ahora llegando a uno de los lugares más
fantásticos del viaje: el Cabo Otway. En esta parte la Great Ocean Road se
unieron cinco parques nacionales para dar vida al Parque Great Otwat. Cascadas,
altos árboles, barrancas revestidas con helechos, koalas, walabies y la flora y
fauna que solo puede verse en Australia.
En el lugar se pueden realizar un gran número de
caminatas de baja dificultad y además, para el que disponga de tiempo, está la Great South West Walk, un
trekking de 12 días siguiendo la costa.
Para los amantes de la altura, una buena opción es la Otway Fly, una pasarela de acero de 600 metros de largo situada a 25 metros de altura desde donde se tiene una fabulosa panorámica de la selva.
Para los amantes de la altura, una buena opción es la Otway Fly, una pasarela de acero de 600 metros de largo situada a 25 metros de altura desde donde se tiene una fabulosa panorámica de la selva.
Otro de los íconos de esta ruta Australiana es Port
Campbell y las formaciones de piedra que emergen del mar bautizadas como los
Doce Apóstoles. No menos importante es el London Bridge, otra sorprendente formación de piedra natural.
Si bien hasta aquí el viaje está totalmente
justificado, se puede continuar hasta el hermoso expuerto ballenero de Port
Fairy y a la cercana Reserva natural de Tower Hill, ubicada en el cráter de un
volcán inactivo.
Un viaje de 600 kilómetros donde
la naturaleza en todas sus dimensiones es la principal protagonista.
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