Toscana es una región del
centro y noroeste de Italia. Su capital es Firenze o Florencia, una ciudad que,
por su reconocimiento mundial, no necesita presentación.
Sin embargo, no es la
única joya que guardan estas tierras. La vecina Siena resulta
igualmente atractiva por su historia, arte, arquitectura y paisajes.
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Un símbolo de la ciudad es
la Catedral de Siena, que comenzó a construirse en el año 1220. La construcción
demandó casi un siglo, cuando en 1313 se completó el campanario de 77 metros de
altura. Deslumbran sus mármoles blancos y negros y las escenas del cristianismo
con que fueron ilustrados.
A pocos kilómetros de
Siena, se encuentra Cortona, una ciudad de película emplazada a 600 metros de
altura sobre el monte San Egidio. Hacia abajo, la vista se recrea en el pueblo
de Camuscia, el val di Chiana y el lago Trasimero.
La vecina Arezzo invita a
recorrer su calle de artesanos hasta llegar a la Piazza Grande. Además, no se
puede perder una visita a la Basílica de San Francesco.
Partiendo de Siena, ponemos rumbo a Pienza. El camino
está enmarcado en un entorno de viñedos, olivares y huertas. Se pasa por San
Giovanni d’Asso donde se puede visitar un interesante museo dedicado a las
trufas (Museo del Tarfufo).
Rumbo a Pienza
Antes de llegar a Pienza, es necesario saber que este
paraje fue la cuna del Papa Pío II. Con el paso de los años, la pequeña
población iba perdiendo brillo hasta que Pío II encargó al artista y arquitecto
italiano Bernardo Rosellino la reconstrucción de la ciudad. Las obras transformaron a Pienza en
una floreciente villa. Alrededor de la plaza Pio II se levantan la
catedral y los palacios Comunale (municipalidad) y Vescovile
(obispal), entre otros.
El paisaje de gran belleza
muestra llanuras calcáreas, donde se elevan colinas casi cónicas con
asentamientos fortificados en las cimas.
Toda la región, conocida como Val d’Orcia ha sido
declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
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